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hace, porque es una mujer con fuertes convicciones y está en una posición en la que puede decir algo.
Pero antes nos ha dejado algunos títulos interesantes, como It’s what I Do, de Steven Spielberg, en la que encarna nada menos que a una corresponsal de guerra en la Libia de Gaddafi.
Madre, una de sus últimas películas, en la que ha trabajado junto a Javier Bardem y cuenta con reminiscencias de Buñuel, es de ésas que se aman o se odian y que puede leerse de diferentes formas. Le ha permitido conocer lo insaciables que podemos ser a veces los seres humanos cuando nos sentimos con derecho a todo.
Passengers, junto a Chris Pratt, describe un viaje interplanetario en el que se despiertan por error 80 años antes de llegar a su destino... Y claro, con tanto tiempo por delante...
Red Sparrow, su última entrega, es una película de espías que no pensaba hacer hasta que leyó el guion. Y lo aceptó pese al gran esfuerzo que suponía ponerse en el cuerpo de una bailarina con la exigencia física y mental que conlleva para poder construir el personaje. Dominika Egerova, su papel, es una mujer empoderada que utiliza sus herramientas (la intuición, el cariño, la sensualidad) para obtener sus objetivos. ¿Será verdad que se toma una pausa viendo su trayectoria de mujer incansable?
UN NUEVO UNIVERSO CON DIOR
Desde 2012, Dior cuenta con Jennifer Lawrence entre sus musas. Comenzó como imagen de los labiales Dior Addict de la mano de Raf Simons. Más tarde acompañó la comunicación de uno de los bolsos emblemáticos de la casa –Miss Dior– convenciendo al exigente director artístico con su fuerza y seguridad. Finalmente, ha protagonizado la campaña de la firma en pro de la igualdad de género.
Para alguien que afirma no saber posar y no amar especialmente las sesiones de fotos, es un esfuerzo muy bien pagado, según algunos malvados.
LOOK YOUR STYLE | SEPTIEMBRE 2018 67
Reportaje
DIOR,
con alegría
Jennifer Lawrence es la musa de Joy, el nuevo perfume de Dior, llamado a marcar una nueva era para la marca tras el lanzamiento de J’Adore en 1999. La fragancia, cuyo secreto se ha guardado celosamente, es una creación de François Demachy, perfumista-creador de Dior, quien ha querido plasmar en ella la felicidad: “Joy es un soplo, un camino que se sigue y que te transporta”. Su nombre “es corto, vivo pero sin grandilocuencia. Abierto a un sinfín de posibilidades”, afirma.
Para expresar esa alegría, Demachy ha buscado una interpretación olfativa de la luz. “Este perfume se parece a ciertos cuadros puntillistas, ricos en técnica precisa pero sin ser pesados. Está construido de la misma forma gracias a la miríada de facetas que desembocan en una expresión limpia, como un agua cristalina”. En este paisaje olfativo aparecen la mandarina, la rosa y
el jazmín acariciados por el sándalo.
El icónico frasco de
los perfumes de Dior se moderniza y reinterpreta a través de un hilo de plata que envuelve el tapón como si fuera una joya. La luminosidad rosada del jugo sirve de telón de fondo para la palabra Dior, grabada en el corazón del nombre.